Ayer por la tarde mi hijo y yo, nos fuimos al taller para preparar algunas cosas que teníamos pendientes para uno de los coches clásicos que están en reparación. Nos pasamos por alto en vino caliente, típico en Vitoria por estas fechas, además para reservarnos para la noche poder beber un poco más.
Como si de un taller profesional se tratase, tenemos repartido el trabajo, mi hijo es el tornero en esta ocasión
Yo como más mayor asumo el trabajo más duro, yo soy el ajustador con una lima basta de 12" y además sentado, el caso es que hicimos lo que necesitábamos.
Otras partes del taller, sección de brocas.
Juego de destornilladores.
Piedra de esmeril.
Purgador de frenos que nos regaló Chris.
Cuando colocamos las piezas que habíamos hecho, dimos una vuelta por Vitoria con el coche y estaba con las luces típicas de la Navidad.
Llegó la hora de la cena y sin merendar que estábamos, y lo buena que estaba la cena hicimos buenos honores a la cocinera. La verdad es que se esmeró.
Llegaba la hora del fin de año y se acercaban las campanadas que daban el inicio del 2014. Había que celebrarlo, no podían faltar las uvas que se consumieron al son de las 12 campanadas.
Había que brindar, pero no queríamos alcohol que mejor que una copa de salobreña, pues la consumimos en un santiamén.
Que el nuevo año nos traiga salud y felicidad para todos.
Hasta pronto.
